Más de 3000 mujeres han pasado por los locales de la asociación Mujeres Pa’lante que, como ellas se definen, son un grupo de mujeres de diversos países de origen que ”hemos decidido crear un espacio para encontrarnos, reconocernos, acompañarnos, ser solidarias entre nosotras y encontrar un camino común para conseguir un mundo mejor y más justo para todos y para todas”.
Celebrando el 8 de marzo.
L’HOSPITALET. LLUÍS BERBEL.- L’Estaca ha estado hablando con Bea Cantero, una de las responsables del centro, quien nos ha explicado que “llevamos 16 años de existencia” y “todo empezó por la inquietud de unas mujeres de Colombia que formaban parte de una asociación, denominada Maloka que trabajaba por la paz”. La problemática de la mujer quedaba un poco diseminada con otros temas y se vio la necesidad de constituir un grupo específico que tuviera en cuenta esta visión de género.
“Empezamos a andar realizando unas encuestas en un locutorio a distintas mujeres procedentes de otros países para saber cuáles eran sus necesidades. Las mayores preocupaciones de ese colectivo eran los temas legales, la situación socio-laboral y sobre todo, la acogida psicológica”. Bea Cantero es chilena, llegó a Barcelona en el año 2001 y comparte su trabajo de profesora asociada en la Universidad Autónoma de Barcelona con las tareas de voluntariado en la entidad.
“Una de las primeras tareas que realizamos fue la acogida, que contempla esos tres aspectos que se destacaron en las entrevistas (asesoría sociolaboral, legal y psicológica)”, dice Bea.
“Empezamos a funcionar —nos comenta— en Bellvitge en una casa denominada Sense Fronteres y después en la calle Llobregat de Collblanc, compartiendo la entidad con diferentes colectivos, sobre todo de América Latina”.
“Fuimos creciendo y pronto nos dimos cuenta de que necesitábamos más espacio, de modo que hace ocho años nos instalamos en este local, en la calle Cruz Roja”, nos explica. “Instruimos a las personas que acuden al centro en los derechos de ciudadanía para que sean mujeres activas y practiquen su empoderamiento en el día a día. La línea de fondo de esta trayectoria es la interculturalidad y también la lucha contra el racismo y la xenofobia”, comenta la promotora.
El trabajo que se hace en “la Casita”, como se denomina coloquialmente el local, es muy amplio: cursos, talleres… todo ello con el objetivo de integrar a las mujeres que se encuentran en momentos difíciles y que tienen que afianzar su vida, muchas veces solas: “el racismo está en muchas ocasiones acompañado por el desconocimiento”, afirma Bea.
A veces, nos explica, buena parte del trabajo es simplemente de asesoramiento, de ayuda para acceder al sistema sanitario, sobre los recursos a los que tienen derecho y en un gran número de casos se trata de trámites puramente administrativos. Pero en otros casos, “también nos ocupamos de dar orientación para regular su situación: hay migrantes que han venido y han estado hasta tres años para normalizar su vida”, afirma Bea.
En otro orden de cosas, Mujeres Pa’lante trata el autocuidado de las mujeres con un conjunto de actividades que desarrollan con ese fin (yoga, baile…). El local permanece abierto de lunes a viernes de la 10 de la mañana hasta las 7 de la tarde y siempre hay una persona que atiende. Hay un pequeño ropero, una biblioteca, e incluso en ocasiones ha servido de refugio urgente para alguna persona que lo ha necesitado. Hay diferentes aulas donde se imparten las clases y diariamente se desarrolla una gran actividad.
Otro de los aspectos importantes de esta asociación es promover y dar a conocer a las mujeres sus derechos laborales: “España ratificó la ley para que las trabajadoras del hogar tuvieran derecho al paro, tal como defiende la OIT en su artículo 189 y eso es lo que venimos explicando reiteradamente, porque muchas mujeres trabajan en ese sector”, explica. Y también se hace hincapié en los derechos que tienen muy limitados las mujeres inmigrantes: “estimo que sólo un 30 por ciento puede ir a votar”, nos explica Bea.
Como que la brecha digital es muy acuciante entre este colectivo de mujeres, también se imparten cursos de informática en la Torre Barrina, en el parque de La Marquesa. Y ahora mismo se está aplicando un programa en torno a la violencia de género, porque es un tipo de situación muy sensible para este colectivo: “este tipo de agresiones es más grave y más oculto en las mujeres procedentes de países extranjeros. Y no es normal que la violencia de género golpee con más fuerza a las mujeres migrantes” —comenta Bea—. “La relación es muy escasa con otras personas, no conocen a fondo las posibilidades que existen para evitar estas situaciones, el tema de la lengua también es un obstáculo, y sobre todo uno de los elementos más influyentes es el económico, que actúa como forma de chantaje y que crea dependencia”, nos señala. “Por medio de una serie de cursos promovemos que este colectivo se conciencie de la situación en que vive —dice Bea—, distinta a la de las personas nativas que pueden acceder fácilmente y de hecho acceden, a las redes de apoyo.”, sentencia Bea.
El centro está gestionado por una serie de personas, principalmente mujeres, voluntarias y promotoras, que han accedido a través de unos cursos teórico/prácticos. De forma permanente son 10 personas, pero entre todo el colectivo que imparte todo tipo de cursos y las que se encargan de las gestiones, son un total de 30. Tienen otro local cercano donde se realizan atenciones más privadas y personalizadas, y en el resto de Barcelona, cuentan con dos recintos más.
L’Hospitalet cuenta con el CAID (Centre d’Atenció i Informació a la Dona), dependiente del ayuntamiento pero, según Bea, actualmente está sobrepasado en su capacidad de atención para este tipo de casos de violencia de género. “Hemos pedido, a través del Espai de Ciutadanía, que el ayuntamiento destine más recursos para este centro”, afirma Bea.
La asociación Mujeres Pa’lante sobrevive, además del esfuerzo de las personas que colaboran de forma altruista, con aportaciones de la Generalitat de Catalunya, del ayuntamiento de Barcelona y de la Diputación que “nos permite contratar a algunas personas”. Mientras tanto, la ayuda del Ayuntamiento de L’Hospitalet “es muy escasa y precaria y genera además una gran carga administrativa”, según nos cuenta.
La entidad participa también en un proyecto promovido por la Generalitat, ACOL, y eso les permite financiar una persona. Tienen una colaboradora que habla magrebí que las ayuda mucho para entenderse con el colectivo de mujeres árabes.
Como centro participan en diferentes colectivos que tienen como principal objetivo la lucha contra la violencia de género e incluso a nivel internacional también cooperan con otros colectivos similares a Mujeres Pa’lante.
A nivel estatal se incluyen en la Red de Mujeres Latinoamericanas y están presentes en ocho comunidades autónomas: “compartimos las experiencias de cada centro y nos sentimos muy acompañadas. Es un trabajo muy gratificante”, sentencia Bea, quien señala además la importancia de establecer redes y sinergias.
Por último, nos hace una invitación a acercarse a la entidad y a hacerse voluntaria.
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[bc3]En Colombia
[bc4]elimina
[bc5]los locutorios
[bc6]un pequeño lugar y luego nos mudamos a la casa sense fronteres del la calle Llobregat, donde compartían local con otros colectivos
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[bc9]cambia por las personas migradas que vienen en situación administrativa irregular deben pasar 3 años para empezar a regularizarse y normalizar su vida
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[bc13]contratar una mujer magrebí que ha sido una gran ayuda para estrechar vínculos con el colectivo de mujeres arabes
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